I SAMUEL
11:1
Poco tiempo después de haber sido
ungido como rey, le fue presentada a Saúl su primer reto. (1 Sam. 11:1) Y subió
Nahas amonita y sitió a Jabes de Galaad, y todos los hombres de Jabes dijeron a
Nahas: Haz un pacto con nosotros y te serviremos. Nahas era el líder de los
amonitas, al otro lado del río Jordán, en lo que hoy es Jordania. El nombre
Nahas (heb. Najash) significa serpiente. En honor a su nombre, actuó con
astucia, y atacó a un pueblo israelita que estaba vulnerable.
Jabes (heb. Yabesh, lit. seco) era un pueblo en la región de Galaad, que
se encontraba al otro lado del Jordán. Allí se habían asentado las tribus de
Rubén, Gad y media tribu de Manasés por petición especial, porque les habían
gustado esas tierras para sus ganados. Sin embargo, esto hacía que estuvieran
más expuestos a los ataques de los enemigos.
Por otro lado, Jabes de Galaad tenía otros precedentes: Éste fue
el único pueblo que no se unió al resto de los Hijos de Israel cuando todos
lucharon en contra del pecado de la tribu de Benjamín (en relación con la
muerte de la mujer del levita, en Jueces 21:1-15). Si ellos no defendieron a
sus hermanos, ¿será que sus hermanos los defenderán ahora a ellos?
Jabes de Galaad estaba lejos del
resto de Israel, no sólo geográficamente, sino también espiritualmente. Cuando
los amonitas subieron en su contra, estuvieron dispuestos a hacer un pacto de
sumisión con tal que no les hicieran daño. Nahas dijo que aceptaría su sumisión
con una condición:(1 Sam. 11:2) Pero Nahas amonita les dijo: Lo haré con esta
condición: que a todos vosotros os saque yo el ojo derecho; así haré que esto
sea una afrenta sobre todo Israel.
Nahas no sólo buscaba la sumisión de Israel, sino su vergüenza y oprobio.
Esto ya no era una cuestión de someter solamente al pueblo de Jabes, sino
que era una afrenta contra toda la nación de Israel. Ante esto, decidieron
buscar la ayuda del recién ungido rey de Israel: Saúl. (1 Sam. 11:3-5) Y los ancianos de Jabes le dijeron: Danos
siete días para que enviemos mensajeros por todo el territorio de Israel. Y si
no hay quien nos libre, nos entregaremos a ti. (4) Entonces los mensajeros
fueron a Guibeá de Saúl y hablaron estas palabras a oídos del pueblo, y todo el
pueblo alzó la voz y lloró. (5) Y sucedió que Saúl regresaba del campo detrás
de los bueyes, y dijo: ¿Qué pasa con el pueblo que está llorando? Entonces le
contaron las palabras de los mensajeros de Jabes.
¿Qué hizo Saúl, el recién ungido rey de Israel, ante tales noticias?
(1 Sam. 11:6-7) Y el Espíritu de
Dios vino con poder sobre Saúl al escuchar estas palabras, y Saúl se enojó
grandemente. (7) Y tomando una yunta de bueyes, los cortó en pedazos y los
mandó por todo el territorio de Israel por medio de mensajeros, diciendo: Así
se hará a los bueyes del que no salga en pos de Saúl y en pos de Samuel.
Entonces el terror del SEÑOR cayó sobre el pueblo, y salieron como un solo
hombre.
En el pasado, Jabes no defendió a
sus hermanos, pero los israelitas no hicieron lo mismo con ellos. No se
vengaron, sino hicieron lo que debían hacer. ¿Qué hizo Saúl? Él asumió su rol
como líder de Israel, y logró unir al pueblo para salir en defensa de Galaad.
Todo Israel salió “como un solo hombre” en defensa de ellos.
En ese momento se formó un ejército en Israel. (1 Sam. 11:8) Y los contó
en Bezec, y los hijos de Israel eran trescientos mil y los hombres de Judá
treinta mil. Muchas veces tomamos una perspectiva individualista, creyendo que
debemos cuidarnos sólo a nosotros mismos y que cada quien vele por sí mismo.
Pero la realidad es que lo que les pasa a los hermanos nos afecta también a
nosotros. Por eso debemos luchar los unos por los otros.
ESPERANZA PARA JABES La
esperanza retornó a Jabes, porque sus hermanos iban a venir en su defensa. Las
buenas nuevas fueron como “ascuas sobre su cabeza” porque sabían que no lo
merecían, ya que ellos no habían hecho lo mismo. (1 Sam. 11:9) Y dijeron a los
mensajeros que habían venido: Así diréis a los hombres de Jabes de Galaad:
"Mañana cuando caliente el sol seréis librados." Entonces los
mensajeros fueron y lo anunciaron a los hombres de Jabes, y éstos se
regocijaron. Ante las buenas nuevas, el pueblo de Jabes se envalentonó y no se
dejaron intimidar por Nahas. Más bien, decidieron hacerle frente en batalla.
(1 Sam. 11:10-11) Entonces los
hombres de Jabes dijeron a Nahas: Mañana saldremos a vosotros y podréis
hacernos lo que os parezca bien. (11) A la mañana siguiente Saúl dispuso al
pueblo en tres compañías; y entraron en medio del campamento a la vigilia de la
mañana, e hirieron a los amonitas hasta que calentó el día. Y sucedió que los
que quedaron fueron dispersados, no quedando dos de ellos juntos.
Tal como había prometido Saúl, para cuando llegó el mediodía, Galaad ya
había sido librado de sus enemigos. El pueblo unido, levantándose al amanecer,
logró vencer al enemigo que los quería avergonzar.
EL PODER DE LA UNIDAD .La venganza no se apartó por
completo del corazón de los israelitas. Cuando tenían al enemigo enfrente, se
unieron. Pero cuando se acabó la amenaza externa, se volvieron los unos contra
los otros. Ya que Saúl se había convertido en el héroe de Israel, todos se voltearon
en contra de aquellos que se habían burlado de él en el día que fue reconocido
como rey ante todos (1 Sam. 10:27). (1
Sam. 11:12) Y el pueblo dijo a Samuel: ¿Quién es el que dijo: "¿Ha de
reinar Saúl sobre nosotros?" Traed a esos hombres para que los matemos.
Sin embargo, Saúl se levantó en contra de la venganza y la división(1
Sam. 11:13) Pero Saúl dijo: A nadie se
matará hoy, porque hoy el SEÑOR ha hecho liberación en Israel. (14) Entonces
Samuel dijo al pueblo: Venid, vayamos a Gilgal y renovemos el reino allí. (15)
Así que todo el pueblo fue a Gilgal, y allí en Gilgal, hicieron rey a Saúl
delante del SEÑOR. Allí también ofrecieron sacrificios de las ofrendas de paz
delante del SEÑOR; y se regocijaron grandemente allí Saúl y todos los hombres
de Israel.
La reconciliación y la unión es lo que mantendrá una nación unida. Esto
aplica también a la Iglesia. En ese momento decidieron “renovar el reino”, es
decir, el pueblo se comprometió a someterse a su nueva autoridad, Saúl, rey de
Israel.
La restauración viene de la mano de unidad, y donde hay unidad hay
avivamiento
JESÚS TE BENDIGA
pastorpabloalarcon@gmail.com